Lo dialógico de lo otro
El diálogo implica un camino humano, un reconocimiento antropológico y una serie de decisiones éticas.
Todo diálogo exige una apertura, un abrirse ante el tú que es un nosotros porque: “La apertura hacia el otro implica, pues, el reconocimiento de que debo estar dispuesto a hacer valer en mí algo contra mí, aunque no haya ningún otro que lo vaya a hacer valer contra mí.” (Gadamer: 1975, 438)
Cuando entramos al diálogo lo hacemos con nuestra experiencia parcial, inconclusa, limitada, con verdades a medias. Nuestro hablar siempre es analógico: afirma lo universal y lo particular; procede en el camino intermedio entre lo unívoco y lo equívoco.
Pero el diálogo cuando alcanza “un reconocimiento antropológico” nos transforma.. Pero Hay otro momento significativo en el diálogo. Es lo que llamamos “dislocación conceptual” y reconocimiento de lo otro.. . En (Hick:,) esto es un cambio en la percepción del “mirar cómo”, en Deleuze es esa relativización de nuestras percepciones, y en la tradición biblica es el encuentro entre Jacob y el ángel en Peniel (Gn. 30:22-32)
Los acontecimientos dice Hick están desprovistos de significado. Entonces, muchas veces las disputas entre agentes-racionales son más que discusiones sobre palabras. Se trata simple y llanamente de formas distintas de percepción y de construcción de un acontecimiento. Lo que se discute es una historia de aprendizajes culturales que han permitido constituir a un agente-racional. Estos intersticios, son momentos de dislocación conceptual, donde se hace presente que la red cognitiva no lo atrapa todo.
Al aceptar la pragmática de Austin podemos pensar que nuestro hablar siempre es un “sistema disperso de actos de habla”. En una ocupación estratégica de la terminología wittgensteniana podríamos referirnos a que los innumerables entrecruzamientos de los juegos del lenguaje, en un proceso de envejecimiento y olvido, como los cambios de la matemática (Wittgenstein: 1988, 41) están incrustados en una forma de vida. No es gratuito entonces que por lo tanto el diálogo sea una forma especial de estos juegos del lenguaje, misma que jamás es fija y que apunta significativamente a la construcción de la experiencia humana.
En las Investigaciones Filosóficas el futuro está al servicio de lo humano cuando se escribe que es posible imaginar múltiples juegos del lenguaje porque “...imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida.”(Wittgenstein: 1988:31)
Esta oportunidad imaginativa, sin duda, es escatológica. Ya que frente al pensamiento totalizador de lo dado, de lo concluido, de lo inmóvil, del arrinconamiento de lo epistémico a la taxonomía se presenta el pensamiento de la esperanza mismo que parte de la imaginación ya sea como grito (Holloway: 2002,13) al inicio de una reflexión teórica y de lucha que anuncia un “poder-hacer”, o también como una reserva de posibilidades:
“Sólo la esperanza merece ser calificada de ´realista´ pues sólo ella toma en serio las posibilidades que atraviesan todo lo real. La esperanza no toma las cosas exactamente tal como se encuentran ahí, sino tal como caminan, tal como se mueven y pueden modificarse en sus posibilidades (...) tienen sentido mientras el mundo y los hombres que viven en él se encuentran en un estado inacabado, en un estado de fragmento y experimentación, (...) anticipan lo posible de la realidad histórica.” (Moltmann: 1968, 31)
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Pero insistimos, para que suceda lo anterior .. lo humano no debe ser visto como algo listo para ser “depredado”. De nuevo Moltmann recoge esta preocupación cuando se plantea el problema de construir una teología de la creación que rebase la tradición protestante (Bultman, Barth) que “protege” la experiencia de la fe en el nicho de la vivencia personal: Moltmann constrasta el saber de dominación (retoma el concepto de Habermas ... búscalo en Habermas...) con el saber participativo y comunicativo. En la pragmática del “saber de dominación” lo otro es un útil instrumental, cuantificable, inmóvil. Lo valioso es la predicción. Se subsume a lo otro bajo este marco: ”Conocemos algo en la medida en que podemos dominarlo. Comprendemos algo sólo cuando lo aprehendemos”(Moltmann:1987,84)
Este segundo enfoque, el del saber comunicativo apunta a una percepción gratuita de lo conocido, a la imaginación y a la poesía, a lo que no requiere ser un útil sino hace presente su coseidad: “El verdadero conocimiento no desea dominar lo conocido para poseerlo, sino que quiere entrar en comunión con el objeto de su conocimiento” (Moltmann:1987,84). Y añade el agradecimiento, la alegría de existir y la expresión laudatoria como los rasgos de este conocimiento. Esta alegría de existir la explica Moltmann como la consecuencia del trato bidireccional entre el sujeto, que se deja afectar por el mundo y el mundo conocido por el sujeto.
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“El realismo positivista demuestra ser ilusorio, en tanto el mundo no sea un fixum de hechos, sino una encrucijada de procesos; (...) en tanto lo necesario del mundo sea lo posible, pero no lo invariable.” (Moltmann: 1968, 32)
. ((Sin duda, la función de la historia es la de
es el terreno en el que teoría y práctica se encuentran para brindarnos la oportunidad de lo humano.
En la medida en la que nos abrimos al tú también permitimos que el texto nos hable; más allá de constituir la confirmación de nuestros prejuicios también ofrece el criterio para refrescarnos.
Avanzaremos poco a poco en este concepto.
Muchas veces el otro se presenta como algo impenetrable, se define en términos de lo inaccesible. Para el “saber instrumental” el otro se presenta ya como algo acabado, como algo dado de por sí, como un hecho, aquí es cuando lo “objetivo” se instaura como lo real.
Conforme a lo que se acaba de explicar es necesario proponer un concepto precario de esta renovación: la oportunidad para desmontar nuestros automatismos y clichés. Porque en cuanto más arraigados y fijos se encuentren con mayor fuerza inhiben nuestra capacidad estética. La experiencia del habla como la relata Heidegger
( ) Una muestra de este poder vital se encuentra en la experiencia que narra Paz al señalar que “...las influencias determinantes en un espíritu son, casi siempre, las de la juventud.” (Paz: 83) Lo que dice puede pensarse como que aquello en donde está la atención es lo real.
((Esta es una afirmación de nuestra historicidad y en esta aceptación se halla asimismo el cumplimiento de nuestra humanidad.))
Nos ofrece ese espacio abierto, ese camino abierto para cuando nuestra torpeza juvenil intenta descifrar lo enigmático, nos ofrece el camino del campo (Heidegger: 2003, 17).
Es esta la oportunidad única. La de abrirnos a lo otro con su “rumor benévolo” para confirmar nuestra historicidad y para “relativizar nuestras percepciones” (Deleuze). Esta como la condición previa de cualquier proyecto humano.
Es esta concepción positivista del progreso, este reuma de historicidad es lo que hay que pasar de largo ¿??.
El dogmatismo que se esconde tras la creencia en la primacía de la ciencia experimental como el espacio privilegiado de la verdad histórica y la fe en la emancipación humana a través de proyectos científicos es aquello que ahora se traduce por la vía de la especialización (la conformación de una elite tecno-burocrática) o por la de la masificación ( )... Cumple la sintaxis de un signo: como agente de abstracción, reduciendo sus ambigüedades, presentándose como un valor positivo, racional e intercambiable (Baudrillard:). De nuevo, la racionalidad del signo se convierte en producto del conocimiento —para las elites y como criterio normalizador en las metodologías y en las políticas educativas— pero también en una “copia de la verdad” propicia para que el medio la exhiba como un “mensaje” .
.. Esta experiencia de renovación epistémica es
La experiencia de renovarnos cuando se nos presenta en su desnudez exhibe nuestra contingencia, oportunidad única que nos devela nuestra situacionalidad.
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Al mirar no miramos: esta familiaridad oscurece nuestro vivir en el mundo que enmascara la experiencia fundamental de lo humano. , la posibilidad de desdoblarlo, de expandirlo, de apropiarse de , sin que ninguno de ellos sea fundamental, el asomo de la para contingencia como condición radical de nuestra libertad
Este asombro es la dislocación conceptual, un momento que nos marca, una pérdida de la inocencia, como en el huerto del Edén, donde la mujer valora a la sabiduría, al reconocimiento del bien y del mal como valiosos codicia nacida de la contemplación (Simone Weil) de un querer abiertos los ojos (Gn 3:5), es decir, conversión, apertura de la mirada, de una entre varias, que instituye una percepción del mundo..
Dice James, que en la raíz de todo dogmatismo se encuentra la mente teorizadora que simplifica excesivamente sus materiales, (James: )
Entre los sistemas de dispersión y la analogía
En lugar de describir las series, de encontrar un sistema de normalidades se requiere describir los “sistemas de dispersión”. La nomenclatura más bien parece un chiste que una contradicción. Pero el logro es lo relevante ya que nos permite valorar a los discursos desde una perspectiva constructivista. En la que estos se relacionan dinámicamente con sus contextos, y donde los niveles de aproximaciones y alejamientos a los mismos, dependen más que de a prioris, de intenciones y propósitos, que desde un principio, requieren aclararse, asumirse, hacerse visibles hasta lo posible, en sus propios límites.
Esta aclaración previa al estudio del objeto, nos permite, más que la posibilidad de definir un objeto de estudio y partir de una metodología aceptada acríticamente, recuperar una experiencia humana, a través de sus asimetrías, de la exhibición impúdicamente de sus disparidades, de las reconstrucciones hermenéuticas en el discurso.
Las normalidades y sus series, las influencias, su mentalidad, pertenecen, todo esto, a un modelo epistémico que tiende a la normalización, al ocultamiento y a la borradura. Sus mecanismos de cientificidad excluyen. De ahí que estos modelos epistémicos favorecen al discurso de los mass media en lugar de la reflexión: “La novlengua no guarda lugar para los idiomas, como la prensa y los media no guardan sitio para la escritura.”(Lyotard:1986, 109)
El modelo epistémico de la normalización excluye procesos y fenómenos de una riqueza infinita para la reflexión: “Y el peligro reside en que los modelos lingüísticos formales, con su no muy rigurosa analogía con la estructura axiomática de las matemáticas, pueden paralizar la intuición. Los fenómenos marginales, las singularidades anárquicas que las gramáticas generativas y transformacionales dejan de lado o que intentan integrar con el auxilio de reglas ad hoc, son tal vez el nervio motor de la evolución lingüística..”(Steiner: 1992, 129)
Pero la tentación de dominio es enorme. La aspiración de control reaparece, ante la nomenclatura de “sistemas de dispersión”.
Esta tensión entre sistema y dispersión se salva dialécticamente con la sintaxis de la hermenéutica analógica (Beuchot, 1997: 43) siempre y cuando se evite a toda costa la utilización acrítica y pasiva de este modelo.
Es necesario insistir sobre este punto: no se trata de renunciar simplemente a la crítica sobre los procesos de normalización, tampoco de olvidar la facilidad y la ambigüedad con la que se construyen nociones como la de autor, obra, influencias, movimientos, escuelas, tradición, paradigma, ciencia, objetividad, ideología, etc. Mucho menos se busca renunciar a lo ganado al desarticular paulatinamente los territorios secuestrados por una episteme dura y seria, constreñida por el dominio del método y de sus objetos.
Lo que se observa es un asunto pragmático enunciado de la siguiente forma: asumir cuáles son los usos que un texto hace de sí mismo, con las consecuencias previsibles.
Sin duda, la experiencia científica también es más un arte de equilibrista , de joyero, de cocinero, de zapatero y de geisha, no sólo de máquina de Turing. Porque en esta, a pesar de que engañe a los sujetos humanos en el “Juego de la Imitación” (Turing: 1950: 53) la tendencia a la imperfección no es computable, ni la compasión por el límite nos permite ser humanos (Peter, 2002: 96).
Pero este “sin duda”, es asimismo una toma de postura, un posicionamiento previo, dotado de cierta objetividad y también, por qué no de cierta esperanza.
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“A medida que se extiende la novlengua, la cultura declina. El basic language es la lengua de la rendición y del olvido.” (Lyotard:1986, 109) La cita es sólo un eufemismo, de pretensión retórica porque la novlengua no es lenguaje basic. En el Manifiesto Unabomber de Theodore Kaczynski el acento está en los peligros que para la autonomía y la libertad humanas genera la tecnología: “..cada avance técnico, considerado en sí mismo, se presenta como deseable. La electricidad, la plomería interior, las comunicaciones rápidas a larga distancia...(...) presentan muchas ventajas...” Pero lo que en un inicio aparece como un aspecto opcional se traduce en obligación (Ranjhema: 2000) “...la nueva tecnología cambia a la sociedad de tal forma que la gente, a fin de cuentas, no tiene fuerza para utilizarla”
Este es un proyecto que mira hacia tres sectores: lo ético, lo descriptivo-taxonómico-empírico, y lo epistémico-metodológico...